Ley Monsanto: Malas noticias para nuestra soberanía (Greenpeace Chile)
Santiago de Chile, Martes 7 de Enero de 2014.- Greenpeace se pronunció en
contra de la aprobación de la ley de protección a los Obtentores Vegetales,
también conocida como "Ley Monsanto". En el marco de la agenda express de
discusión legislativa que impulsa el Gobierno, el Senado chileno revisará mañana
la adhesión a la última acta del Convenio Internacional para la Protección de
Obtenciones Vegetales, la UPOV-91 (1). Update: El día martes 7 no se alcanzó a
revisar este tema. Se mantiene en tabla en quinto lugar hasta el día martes 14
de Enero de 2014
El proyecto de Ley -conocido como "Ley Monsanto"- busca ampliar
el alcance de los derechos sobre la propiedad intelectual de las semillas
reguladas por la ley Nº 19.342 (2), con la que Chile adhirió en octubre de 1994
al acta UPOV-78. El sistema de patentes da a las empresas el control sobre
quienes compran semillas, especialmente sobre pequeños agricultores,
prohibiéndoles separar parte de su cosecha para la siguiente siembra como lo han
hecho desde hace siglos.
“Estas leyes son el marco legal que respalda la
producción de Organismos Genéticamente
Modificados (OGM) que, acompañada por paquetes
tecnológicos, esclavizan a los productores y agricultores no
asegurando la buena salud de quienes comen estos alimentos. Perjudican y poner
en serio riesgo la economía local, la
biodiversidad y la soberanía alimentaria" señalaron desde
la entidad.
Con la promesa de obtener un mejor rendimiento, las compañías
ofrecen semillas genéticamente modificadas preparadas para tolerar agroquímicos
que matan todo organismo vivo que no haya sido modificado para tolerarlo. Esto
conlleva graves problemas de contaminación para el suelo y las comunidades
locales. Luego, las empresas o los gobiernos de donde estas provienen presionan
para patentar sus semillas y lograr leyes de este tipo que le permitan demandar
judicialmente a cualquier productor que use dicha tecnología sin permiso.
Incluso quienes no han sembrado semillas transgénicas pero sus plantas han sido
polinizadas de modo natural por las primeras, son susceptibles de enfrentar
juicios millonarios.
Desde la organización aclararon que “Es alarmante el avance de las
compañías multinacionales sobre la agricultura, buscando, una
vez más, legislaciones nacionales que se adapten a sus
negocios. Esta línea de acción ya
está presente en américa Latina. Estos
paquetes de leyes profundizarán la dependencia
económica de nuestros países en favor de
empresas multinacionales en directo desmedro de los agricultores y la
biodiversidad local" agregó Samuel Leiva, coordinador de campañas de la
entidad.
Para Greenpeace el futuro de la agricultura y la ganadería
requiere una producción moderna que se relacione con la naturaleza y la gente de
forma sustentable. Para ser social y ambientalmente sostenible se debe prohibir
la utilización de agroquímicos y de organismos genéticamente modificados (OGM),
también conocidos como transgénicos.
“La industria agroquímica asegura
que este tipo de alimentos salvarán al planeta y
alimentarán al mundo, pero lo que en realidad nos dan son
promesas vacías, escándalos de
contaminación y la apropiación de nuestros
alimentos por parte de las corporaciones”, advirtió
Matías Asún, director de la organización ambientalista.
Greenpeace promueve un modelo agrícola ecológico que priorice
los recursos y el conocimiento de los agricultores orgánicos, que proteja a los
alimentos y a los productores agrícolas de las corporaciones y, al mismo tiempo,
reclama el derecho de los consumidores a saber si sus alimentos fueron
modificados genéticamente, consolidando el etiquetado de los alimentos con
ingredientes transgénicos.
Este rechazo ha sido apoyado por numerosas entidades campesinas,
agrícolas y ambientales las que hicieron un llamado el pasado 1 de noviembre (3)
para “trabajar para que las semillas, el suelo y el agua, bases de la
soberanía alimentaria, vuelvan a pertenecer al dominio
público como pilares que sustentan la vida en la Tierra.
Finalmente, afirman que las semillas no pueden
pertenecer a nadie en particular ni ser parte de un registro estático. Deben
estar en manos de quienes las siembran, en manos campesinas estableciendo de
hecho, legítimamente, que pueden y deben circular libre y dinámicamente,
perteneciendo al dominio público.
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